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lunes, 12 de noviembre de 2012

EL ENFADO!!!


Hola, preciosidades!!! Nueva entrada y nueva historia!!! Espero que la disfrutéis!!! Como siempre, se agradecerán comentarios!!!


Disfrutad!!!

Vi P.



Míriam estaba viendo la TV. De repente, la puerta de la casa se abrió de golpe y Sam entró hecho una furia.

- La muy arpía, la madre que la parió… y a Dick….  ¡¡¡¡a ése yo mañana le parto las piernas… polla con patas!!!!… ¿¿¿¡¡¡y para qué coño quiere a Violet???!!!  ¡¡¡Éste tío es idiota!!! Y la puta de la rubia… ¿¿¿pero qué coño se cree??? ¡¡¡Con ese vestido!!! Parece una prostituta, intentas decir que se mida un poco… ¿¿¿y qué hace??? ¡¡¡QUE LE HA FALTADO SACARSE LAS TETAS ALLÍ MISMO!!!

Míriam lo miraba desde el sofá con los ojos y la boca abiertos de par en par. Sam paró en seco y se giró a su novia. De repente te puso colorado y se rascó la nuca.

- Oh, hola, princesa. No sabía que estabas aquí.

- Dios, Sam. ¿Qué ha pasado?

- ¡¡Elina!! ¡¡Elina ha pasado!! Que la tía es una calienta pollas.

A Míriam se le endureció el rostro. Entre las chicas, Elina era lo peor de lo peor. Todas, en especial Violet, le tenían una manía que no podían verla. Los chicos se pasaban la vida diciendo que no se preocuparan, que para ellos no había nadie como sus chicas. Pero ellas no dejaban de no fiarse de aquella mujer.

- Mi amor. Estás temblando. ¿Te preparo algo de comer? ¿Quieres cenar algo?

- No no… He picado algo con los chicos. Nos hemos ido a tomar unas cervezas… Y, bueno, hemos tenido una conversación más que caliente… sobre todo Dick y yo…

Sam suspiró y se agarró el puente de la nariz. Míriam se levantó y se abrazó a su cintura. Sam, con los ojos cerrados y una mano apretando en su nariz, pasó la otra mano por la mitad de la espalda de Míriam y la atrajo hacia él.

- Sam, ¿qué ha pasado con Dick?

Ella apoyó la barbilla en su pecho y le miró a los ojos, instándolo a hablar. Necesitaba desahogarse.

- Elina ha llegado con un vestido que no dejaba nada para la imaginación… ¡¡no me mires así!! Si por mí hubiera sido, la habría mandado a su casa a cambiarse. Pero de repente, Dick ha encontrado graciosa la situación y se ha puesto a… no ligar… sabes que ya no es tan bestia como antes… pero ha empezado a lanzarle frasecitas de esas suyas… insinuándole… y de verdad que no sé en qué coño estaba pensando… y cuando le he dicho que parara, me ha dicho que no, que se estaba divirtiendo… así que le he dicho que si se iba a divertir también si Violet se enteraba… y entonces hemos empezado a discutir… y estábamos en todo el calor de la discusión cuando Sascha nos ha tenido que separar para que no hiciéramos una escena… justo entonces, Elina ha vuelto de “retocarse”… que no se podía llevar más potingue en la cara… y ha tenido los huevos de decirnos, que fíjate, no nos llevamos tan bien como queremos hacer creer… Dick le ha llamado de todo entonces…. Se ha enfurecido y le ha dicho que va a hablar con quien sea, pero que ella es la última entrevista que nos hace… la verdad es que le ha echado huevos…

Sam tuvo que reírse al final. A Dick se le había encendido la luz interior. De verdad, los chicos querían a sus chicas más que a nada en el mundo. Ellas estaban allí cuando ellos volvían ofuscados o cansados. Ellas les recibían con los brazos abiertos cuando, después de semanas de gira, volvían a casa. Ellas les cuidaban, les mimaban y eran comprensivas. Cuando ellos no querían salir, no salían, se quedaban en casa viendo un video, sin importar que hubieran estado toda la tarde en la peluquería para recibirlos como merecían.

Daba igual, ellas simplemente les besaban y dejaban que ellos decidieran. Ellos intentaban atenderlas, pero a veces el cansancio de la primera noche, era demasiado y apenas tomaban algo de comer, caían rendidos en el sofá. Y ellas los querían tal cual. ¿Por qué se iban a fijar en aquella mujer que sólo buscaba provocar?

Sam se percató de que todo aquel rato había estado mirando a Míriam con una sonrisa de bobalicón que a ella le había provocado la risa.

- ¡Parece que se te ha aparecido la virgen!

- No. Estaba observando a mi ángel particular.

Míriam sonrió y le besó el pecho, justo por encima de la camiseta blanca. Luego se quedó con la cara pegada a él e inhaló su olor característico. Pasó las manos por sus pectorales y las subió hasta su cuello. Se puso de puntillas y le besó con dulzura en los labios. Sam sonrió y con la mano que tenía en su espalda, la atrajo hacia él y la besó con la boca abierta.

Ciertamente, la rubia había conseguido algo. Que él estuviera deseando llegar a casa y hacerle de todo a Míriam. Míriam gimió cuando la lengua de él entró en su boca y todo su cuerpo se pegó al de ella.

Para no perder el equilibrio, ella se aferró a su cuello, entrelazando los dedos en su pelo. Él ronroneó cuando ella se restregó por su pecho para poder quedar a su altura. Sin perder un segundo, la cogió del cuello y se la subió a la cintura. Recorrió el poco pasillo que daba a la habitación que compartían y entró.

Sin parar de caminar con ella subida a su cintura, se dirigió a la enorme cama king-size y la tiró encima sin demasiados miramientos. Míriam soltó un grito cuando se vio caer de espaldas. Pero una vez notó que el colchón y los almohadones le amortiguaban la caída, se echó a reír.

Sam se quitó la camisa a cuadros y la camiseta que llevaba y se quitó el cinturón. Con los pantalones holgados y cayendo pobremente sobre sus caderas se dirigió al armario de la ropa, dejando acostada sobre la cama a una Míriam anonadada.

Sam abrió el armario y a la altura de sus camisetas, sacó una caja de madera. Míriam se puso colorada. Hacía tiempo que no veía aquel juguete. Sam se lo había confiscado y lo había guardado desde el día en que se mudaron a aquella casa. En un descuido de ella, aquel aparato había caído en manos de Sam que se negaba a tener un sustituto, ni siquiera cuando estaba de gira.

Sam se acercó a ella con aquella caja en su mano. Se veía pequeña comparada con el tamaño de aquel hombre.

- Quiero que te desnudes para mí. Y quiero que vayas a por dos de mis corbatas negras. Y me las traigas aquí.

Sam se sentó al borde de la cama y cuando Míriam se incorporó para desnudarse, le dio una palmada en el culo que la hizo chillar.

Míriam se colocó delante de él y comenzó a quitarse la camisa despacio, dejando ver que no llevaba sujetador. Ella se había esmerado aquella tarde. Se había duchado y se había puesto aceite. Al quitarse la camisa, a ambos les llegó el olor del aceite, cosa que hizo que él se tuviera que recolocar.

Ella si quitó el pantaloncito corto y las bragas; y de aquel talante, se dirigió al armario y cogió dos corbatas de Sam. Sam estaba en la cama, sonriendo ampliamente.

- Entra en la cama y recuéstate en el medio. Ponte un par de cojines detrás. Y levanta las manos hacia el cabecero.

Ella entró en la cama, caminando a cuatro patas, enseñándole el culo a Sam para provocarlo. Cuando estuvo colocada, Sam se acercó a ella con las corbatas y la ató al cabezal. Cuando hubo terminado, pasó las palmas de las manos por el pecho y el estómago de Míriam. Ella arqueó la espalda buscando que él le tocara donde ella más lo necesitaba.

- Oh, no. Quiero ver cómo te retuerces. Quiero ver cómo pierdes el sentido y como gritas mi nombre hasta que no te quede voz.

- Sam…

Acto seguido, Sam abrió la caja y sacó el vibrador azul turquesa. Comprobó que las pilas estuvieran atope y lo encendió en la velocidad máxima. Era uno de aquellos juguetitos que a la vez de ser vibrador, tenían un par de protuberancias que estimulaban el clítoris.

Míriam lo miró con los ojos abiertos de par en par. Sam metió el dedo corazón en las profundidades de Míriam, que tenía las piernas abiertas de par en par para que Sam pudiera sentarse entre ellas a jugar.

Míriam chilló y gimió y se retorció pero Sam no estaba satisfecho y le insertó el dedo índice. Comenzó a follarla con fuerza y cuando pudo meter un tercer dedo sin problemas, retiró la mano y metió el vibrador con fuerza.

Míriam puso los ojos en blanco y volvió a gritar su nombre mientras cerraba las piernas alrededor del brazo de Sam. Sam  le pasó la mano libre por el estómago y le acarició uno de sus pechos, pellizcando el pezón. Míriam volvió a gemir y abrió las piernas de golpe, haciendo que Sam pudiera entrar y salir de ella con aquel aparato infernal.

Míriam nunca había puesto aquella cosa a la maxima potencia y Sam lo sabía. Cuando ella comenzó a decir incoherencias varias, él aumentó la velocidad de las envestidas de su brazo. Ella repetía su nombre una y otra vez, acompañado de algún que otro “joder”. Sin mediar palabra, Sam se incorporó y cambió el ángulo de penetración, cosa que hizo que ella gritara de nuevo. Se incorporó por encima de ella y la besó con fuerza. Cuando ella empezó a responder al beso, él pasó una mano por los pechos de ella hasta su centro y, sin bajar la intensidad con el vibrador, presionó con fuerza su clítoris hinchado y estimulado con las protuberancias del vibrador.

Míriam comenzó a jadear más y más fuerte, las palabras ya no salían de su boca. Sus paredes se cerraron en torno al vibrador e hizo que a Sam le parara la mano por completo.

Ella se quedó tumbada en la cama, sudorosa, recuperando el aliento. Pero antes de poder recuperarse por completo, Sam terminó de desnudarse, dejó caer de cualquier forma el vibrador al suelo y se colocó entre sus piernas, entrando de un solo golpe.

- ¡¡¡¡¡Sam!!!!!

Ella lo notó entrar. En parte porque estaba sensible con lo que acababa de hacerle y porque aún no había conseguido bajar del orgasmo más fuerte que había recibido con un trozo de plástico que emulaba una polla. Pero, además, Sam era algo más ancho que aquel vibrador. Así que sus paredes se tenían que acostumbrar a él.

Sam se quedó quieto dentro de ella, le gustaba cubrirla, notar como su interior recogía su miembro y lo envolvía en aquel calor al que él solo podía referirse como “casa”.

Cuando ella comenzó a mover las caderas, él empezó a embestirla. Cada vez más fuerte. Había tenido un día horrendo y le había dado mucha rabia que por culpa de una mujer, él y sus amigos, no, sus hermanos; casi acaban a ostias. Recordando aquella tarde, Sam comenzó a bombear en ella con rabia, gruñendo como una bestia. Míriam comenzó a gemir. Cuando Sam abrió los ojos, Míriam lo miraba con los ojos llenos de lágrimas. Sam bajó la intensidad, lo que hizo que Míriam se relajara. Luego se dirigió a las manos de ella y la desató del cabecero.

Cogió su cara entre sus manos y la besó con la boca abierta. Ella se abrazó a su espalda y le arañó.

- Fuerte, Sam… Házmelo como estabas haciendo…

- Estabas a punto de llorar… te estaba haciendo daño, mi amor… me he dejado llevar y….

Ella le tapó la boca con la suya y sonrió.

- Sólo me dolían las manos. Sigue… Sam…

A Sam no le hizo falta nada mas. Con un par de besos húmedos, retomó las embestidas. Ciertamente se sentía genial haciéndolo así. Ella recibía a sus caderas y gemía cada vez más fuerte.

Al cabo de unos minutos, ambos estaban sudando y sus cuerpos se pegaban mientras él aumentaba la fricción entre ellos.

- Sam… ya casi… Oh, Dios mío… Así… Así…. Oh… Oh…. Sigue!!!! Aaaaaahhhhh…

Sam la miró sorprendido. Sonrió y pasó de nuevo la mano entre los dos y le volvió a presionar el clítoris, pero no con tanta fuerza porque ahora sí que lo tenía sensible. Y con apenas una pequeña presión, ella se dejó llevar con un orgasmo que le cerró las paredes y la dejó con los ojos en blanco. Sam notó las paredes de ella aprisionar su miembro y sin darse cuenta se encontró combulsionando con un orgasmo enorme que lo dejó sin respiración.

Para no aprisionarla con su peso, se dejó caer a su lado y la atrajo hacia él. Ella sonrió y se acurrucó a su pecho. Le besó el cuello y le mordió la mandíbula, haciendo que él profiriera un gruñido, y luego se dejó caer encima de él y casi inmediatamente se quedó dormida entre sus brazos. Sam suspiró, le besó la frente y dejó que el sueño le venciera por fin.

Al día siguiente, hablaría con Dick. Al fin y al cabo, eran como hermanos, no podían estar picados eternamente.


GRACIAS POR LEER!!!! ^_^


jueves, 1 de noviembre de 2012

ALL HALLOWS EVE

Ha llegado el día!!!

Sé que deberíamos haber subido esto ayer, que fue Halloween, pero estando todas de fiesta quien iba a tener tiempo de leerla?

Aquí os dejo... All Hallows Eve

((No apta para cardíacas))


- Yo... ¡No sé cómo me has liado para ver esto! - dijo Abigail agarrándose con fuerza al robusto brazo del que sería su marido en unas semanas y escondiendo la cara en su hombro – Kyle, ¿cómo te pueden gustar estas películas?

- ¿Cómo no me van a gustar? Te pegas tanto a mí – le contestó Kyle sin despegar los ojos de la pantalla en la que un fantasma acaba de desnucar a un pobre chico sólo con mirarle – Y te dejaste liar porque no salimos con los chicos esta noche. Dijiste que me lo compensarías como fuera.

- Ya... pero no pensaba precisamente en esto – le dijo escondiéndose detrás del cojín.

- Está bien – resopló Kyle mientras apagaba al DVD y guardaba la película en su caja correspondiente – No quiero hacértelo pasar mal mi amor. Tengo que ir al baño, ¿te importaría recoger las palomitas? - y después de decir esto salió corriendo.

Abigail miró la puerta por la que había salido su novio con una sonrisa en los labios, podía ser tan crío a veces, después de 5 años saliendo juntos aún era capaz de sorprenderla, pero eso no quería decir que no pudiera ponerse serio cuando hacía falta, a Abi le habían pasado muchas cosas en esos años y Kyle había estado siempre a su lado apoyándola en lo que podía.

Sonrió otra vez pensando en lo feliz que la hacía sentir mientras cogía el bol con las palomitas e iba a la cocina a dejarlo, cuando se quiso dar cuenta ya había recogido la sala de estar y había fregado todos los platos pero Kyle aún no había aparecido y eso la preocupaba, no es que tuviera miedo de que le hubiera pasado algo, de lo que tenía miedo era de lo que podía estar maquinando, a él le encantaban esas fiestas y como ella le hacía quedarse en casa todos los años siempre preparaba algo para asustarla, aunque debía admitir que siempre desembocaba en una buena sesión de sexo así que nunca se había quejado de los sustos más de lo necesario.

Terminó de ordenar la cocina y salió al pasillo para ir hacia su habitación cuando de repente se fue la luz y ahogó un grito, a los pocos segundos una figura fornida la empotró de cara a la pared, una de las manos subió por debajo de su camiseta hasta cerrarse sobre uno de sus pechos mientras la otra se metía en el pantalón y la ropa interior de Abi y frotaba su sexo lentamente. Hubiera gritado pero reconocería aquel aroma intoxicante en cualquier sitio. De todas formas el “desconocido” no tardó en hablar.

- Te voy a castigar por dejarme sin Halloween otra vez – su voz era amenazante y profunda y podía sentir su erección contra su trasero a través de su pantalón y el de él – Hoy voy a mandar yo. Te voy a castigar por ser mala hasta que grites mi nombre. ¿Lo has entendido? - Abigail no le contestó para ver hasta donde podía llegar su prometido – Abi contéstame, no me obligues a meterte nada – la chica no contestó y él cogió una de las manos de ella en la suya de forma que tuvieran extendidos el dedo corazón y el índice y los demás cerrados en un puño, luego las bajó y empujó los dedos dentro de ella – Te lo repito por última vez... - le dijo mientras la ayudaba a masajearse - ¿Lo has entendido?

- Sí... - le contestó con la voz entrecortada.

- Así me gusta.

Se separó de ella y le dio la vuelta para que se quedara mirando hacia él y le miró a los ojos por primera vez desde que aquello había empezado, era el mismo amor con el que la miraba siempre pero había más lujuria en aquellos ojos color miel que la volvían loca y estaba deseando que se la demostrara. La cogió de la mano y la llevó casi a rastras hacia la habitación que estaba iluminada con un montón de velas, la dejó frente a la cama mientras que él se sentó sobre el raso negro de las sábanas, su erección más evidente ahora que estaba recostado sobre la cama – Desnúdate para mí.

Ella lo hizo sin rechistar, no quería probarlo otra vez, aún le temblaban las piernas de la primera vez.

Kyle se levantó y fue hacia ella, la luz de las velas reflejándose en su piel pálida le daba un color dorado, se apretó contra ella y cogió su culo con las dos manos, empezó a besarle con la boca abierta por el cuello y la mandíbula y la fue llevando hacia la cama.

- Las gatitas malas como tú se merecen unos azotes – en ese momento le dio uno  y Abigail se sorprendió gimiendo en el oído de su novio – Te gusta, ¿verdad? Creo que con veinticinco serán suficientes – la empujó sobre la cama y se sentó en arrastrándola hacia él para tumbarla boca abajo sobre sus  piernas exponiendo más su trasero – Vas a ir contándolas y si te saltas algún número volveremos a empezar, ¿vale?

Ella sólo asintió con la cabeza no confiaba en su voz. Sintió como paseaba su mano por su trasero y su espalda cuando de repente notó el primer azote.

- ...Uno... - otro - …Dos... - otro, esta vez con más fuerza - ...¡Tres!... - pasó los dedos por su sexo y los hundió profundamente.

- Umm... estás tan húmeda... te está gustando – le dijo con su voz profunda – Será mejor que sigamos.

Kyle siguió azotándola una y otra vez mientras ella gritaba los números, de vez en cuando se burlaba de ella introduciendo sus dedos en ella lentamente, para cuando Abi gritó veinte estaba deseando tenerle dentro.

- Aún no gatita – le dijo mientras bombeaba sus dedos dentro de ella – Sigue contando.

Abigail siguió gimiendo números como pudo mientras su prometido seguía azotándole con los dedos de su otra mano aún dentro de ella masajeándola con más fuerza de lo normal.

- Vein...ti...umm...cinco...

- Ésta es mi gatita... - le dijo acariciándole el culo con suavidad aliviando la sensación de quemazón por culpa de los azotes.

Abi reconocía que la había sorprendido con ese juego, había resultado más excitante de lo que habría imaginado, nunca habría pensado que estar a la merced de Kyle pudiera excitarla tanto. Le gustaba ver esa cara de su novio con ella.

La ayudó a levantarse y se la sentó a horcajadas encima de su erección que palpitaba bajo los pantalones de cuero que llevaba, le puso las manos a cada lado de su cara y la besó con hambre buscando su lengua, pasó las puntas de los dedos por todo su cuerpo con cuidado. Ella enredó los dedos en su pelo y consiguió separarlo de ella.

- Deja la delicadeza para otro momento... - le susurró al oído cogiéndole las manos y bajándolas para colocarlas sobre su culo. Él se lo apretó acercándola más a su miembro y la besó el cuello mientras Abi rozaba sus caderas contra las de él.

- La sientes ¿verdad? - le dijo Kyle despegando la boca de sus pechos hinchados de excitación lo suficiente para hablarle – La deseas ¿verdad? Quieres que te tire encima de la cama y te dé desde detrás hasta hacerte gritar mi nombre.

Ella por única respuesta le arañó la espalda cuando él se metió uno de sus pezones en la boca y empezó a degustarlo.

- ¿Y qué harás para que te recompense metiéndome hasta el fondo? - volvió a hundir la cabeza en los turgentes pechos de ella.

- Lo que sea...

- ¿Lo que sea? - le repitió él.

Asintió con la cabeza mientras se levantaba sin despegar los ojos de la cremallera de sus pantalones. Kyle se dio cuenta y abrió las piernas para que ella se acomodara entre ellas. Desabrochó el botón y bajó la cremallera y tan pronto como su miembro duro como el diamante estuvo a la vista lo engulló entero de forma hambrienta.

- Umm... eso es... - empezó a gemir él mientras hundía la mano entre la melena de Abi para guiarla y seguía el ritmo que llevaba su novia con las caderas – Eres una gatita muy buena... - pasó la otra mano por debajo del cuerpo de ella y masajeó uno de sus pechos con fuerza – Oh... Dios... para... ¡PARA! - la separó de él y se levantó tirándola con fuerza sobre la cama – Ponte de pie y inclínate hacia delante – ella hizo lo que le mandó y puso las manos sobre el colchón para soportar su peso. Sintió como acariciaba su cuerpo con una mano para meterla entre sus piernas y hundir 3 dedos dentro de ella. Arrugó la sábana con los puños cuando el primer orgasmo de la noche la sorprendió. Por suerte para ella Kyle pasó un brazo alrededor de sus caderas para sujetarla mientras temblaba – No me importa que te hayas corrido ya, aún falto yo y sabes que puedo aguantar todo lo que quiera. ¿Quieres que vaya fuerte o con suavidad?

- Rápido y con fuerza.

Sin mediar palabra se enfundó hasta el fondo en ella y sin dejar que se ajustara a su tamaño le cogió las caderas y empezó a empotrarse contra ella, cada empujón enviaba el cuerpo de ella hacia delante y la hacía soltar un grito ahogado, él sonrió y empezó a aumentar el ritmo y la fuerza de las embestidas, podía sentirla tensarse a su alrededor y de nuevo pasó su brazo por debajo de las caderas de ella para sujetarla otra vez y impedir que se moviera.

- Grita... vamos gatita... grita... mi... nombre... ¡YA! - ella sacudió la cabeza para decirle que no, quería saber hasta donde llegaba su paciencia – Haz lo que... te... digo... - levantó la mano y le pegó en el culo otra vez.

- ¡AH!... ¡AH!... - quería probar su paciencia pero no podía evitar gritar de éxtasis - ¡AH!... Kyle... ¡Kyle! - sentía como otro orgasmo se apoderaba de ella y esa familiar tensión se liberaba - ¡KYLE!

Cuando se relajó y consiguió recuperar la respiración notó como su novio salía de ella con calma mandando escalofríos por su columna vertebral, Kyle se sentó en la cama y Abi no pudo evitar ver que aún no se había relajado.

- ¿Más?

Él la tomó de las manos y la guió hacia la cama, ella se sentó a horcajadas sobre aquel hombre que la miraba con una dulce sonrisa en la cara y que la cogía de las caderas para hacer que sus cuerpos encajaran perfectamente otra vez, haciéndoles gemir suavemente. Abigail le miró a los ojos poniendo los brazos alrededor de su cuello y le sonrió.

- Más o menos... quiero terminar por algo especial...

- A mí me ha parecido algo especial cariño.

- Algo más especial – cerró los ojos y respiró hondo - ¿Estás bien?

- Perfectamente, cariño – le contestó confusa - ¿Te pasa algo?

- Ha llegado el momento... - abrió los ojos y Abigail se le quedó mirando con los ojos como platos, Kyle la miraba con los ojos de color rojo escarlata y los colmillos brillando a la luz de las velas – Es lo que querías, ¿verdad?

- Sí... entonces, ¿vas a transformarme? - llevaba años deseando que lo hiciera, para poder estar con él para siempre, de todas formas nadie la esperaba en ninguna parte ni la iban a echar de menos, llevaba dos años viviendo en las sombras con Kyle y nadie había preguntado por ella o habían denunciado su desaparición de modo que no le importaba dejar su vida a la luz del día.

- Sólo si tú quieres.

Abi asintió con la cabeza y se preparó para el mordisco, Kyle le había dicho que era excitante pero aún así tenía miedo de que le doliera. Sintió como los afilados colmillos del vampiro que le había robado el corazón le atravesaban la piel y empezaban a sacar la sangre de sus venas, al principio le dolió pero luego se pasó y no pudo evitar mover las caderas al mismo ritmo con el que su prometido bebía su sangre.

Kyle notaba como Abi movía sus caderas alrededor de él y como poco a poco sucumbía al mordisco y perdía fuerzas hasta quedarse inmóvil, ese fue el momento preciso, dejó de beber y se hizo un corte sobre la yugular y puso la boca de ella encima para que empezara a beber pero no reaccionaba.

- No no no no no no... por favor no... - se aseguró de que la mujer de su vida tenía la boca abierta sobre el corte y que éste estuviera bien abierto y saliera sangre suficiente – Abi por favor...

Puso la mano entre su pelo para que la boca de ella no perdiera el contacto con su cuello y la rodeó con los brazos rezando por que reaccionara. Pasaron cinco, diez, quince minutos pero la joven humana no se movía y Kyle casi no podía contener las lágrimas. Él quería pasar la eternidad con ella, por eso lo había hecho, no quería que muriera, mucho menos tener que cargar con su muerte.

- Por favor Abi... vuelve...

Se dio cuenta de que todavía estaba dentro de ella pero no podía salir, no podía moverse, no iba a rendirse, no iba a dejar que se fuera sin presentar batalla y si se movía para tumbarla sobre la cama a lo mejor perdía la oportunidad de que empezara a beber. Acercó uno de sus dedos a sus colmillos y clavó en él uno de ellos para empezar a sangrar, separó a la que esperaba fuera su mujer en unas semanas y le metió el dedo en la boca. A lo mejor eso funcionaba.

Miró detenidamente la figura inerte que descansaba en sus brazos mientras esperaba que reaccionara, si no lo hacía prepararía una hoguera para quemar su cuerpo y esperaría junto al fuego hasta que saliera el Sol, si no iba a pasar la eternidad con ella no hacía falta que la pasara de ningún modo. La sangre caía por sus mejillas mientras lloraba por lo que había perdido, era inútil, había pasado media hora y no reaccionaba, se había ido...

Iba a tumbarla sobre la cama cuando sintió como las manos de ella empezaban a cerrarse alrededor de sus brazos y empezaba a beber suavemente de su dedo, probó a ponerla en su cuello otra vez y soltó el aire que había almacenado en los pulmones hacía media hora cuando se dio cuenta de que empezaba a beber de ahí.

Poco a poco la preciosidad que tenía en brazos y que había vuelto a la “vida” fue recuperando fuerzas y al cabo de unos segundos sus colmillos atravesaron su piel para demostrar que el cambio había terminado. Al poco tiempo sintió como Abigail se cerraba a su alrededor otra vez, los nervios de darse cuenta de que su amor estaba bien le habían hecho olvidar que todavía estaba dentro, ella lo tiró hacia atrás en la cama después de saciar con él su sed de sangre y empezó a moverse mientras le miraba con unos intensos ojos violetas, después de varios suaves empujones dentro de ella ambos llegaron al orgasmo y pudieron relajarse.

Abigail apoyó la cabeza sobre el pecho de Kyle y tocó la punta de sus nuevos colmillos, levantó la cabeza y le sonrió cálidamente, él la cogió de la barbilla y le besó la punta de la nariz, luego volvió a poner la cabeza sobre su pecho y se dejó llevar por los dedos de él revolviendo entre su pelo, notó como su almohada estiraba el brazo y le daba al botón que bajaba las persianas al tiempo que veían las primeras luces del amanecer. Al poco tiempo ambos estaban dormidos.



Feliz Halloween